Conócenos

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El médico-pedagogo Pablo Montesino, director de la primera Escuela Normal española, fundada en Madrid en 1839, ideó un proyecto para dotar de estas Escuelas a todo el país. Alumnos procedentes de provincias, previamente seleccionados, acudirían a formarse durante dos años a la Escuela de Madrid para después fundar en sus lugares de origen una Escuela Normal. La Diputación Provincial de Ávila envía a Mariano Sánchez Ocaña, natural de Arenas de San Pedro, y el 19 de octubre de 1843 se inaugura la Escuela Normal de Maestros de Ávila en el Palacio Viejo, sede de las escuelas primarias. Pero en junio de 1844 la Escuela todavía no había empezado a funcionar, y sería suprimida en 1848, convirtiéndose en Escuela Superior de Enseñanza Primaria.
La segunda época de la Escuela Normal Elemental de Maestros de Ávila ("San Juan de la Cruz") comienza el 17 de septiembre de 1860, con la reapertura del establecimiento masculino, seguida el 14 de enero de 1861 por el femenino ("Sta. Teresa de Jesús"). Se ubica provisionalmente en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, bajo la misma dirección y con profesorado común. Poco después, se nombra su primer director, Miguel de Luque y Calvo, sustituido por Miguel Matías Mardorell por su prematuro fallecimiento. La primera dirección de la Escuela Normal femenina de Ávila recaerá en Teresa García Vicuña. Tras un curso académico en que se traslada la Escuela a un lugar propiedad de la duquesa de la Roca, la Diputación adquiere el número 6 de la calle Sancho Dávila, donde se habilita la escuela aneja de prácticas, con capacidad para 180 niños. El sino de la Escuela de Magisterio de Ávila es su itinerancia, conociendo varias sedes antes de la actual de la calle Madrigal, 3 (donde lleva casi tres décadas): así, los edificios que ahora ocupan el Casino Abulense (c/ Gabriel y Galán, 2) y la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León (c/ Cruz Roja, 1).
En 1867 se suprime durante dos años la Escuela Normal para emplear sus fondos en la construcción de caminos vecinales. Tantos vaivenes son los causantes del escaso número de alumnos de la Escuela en estas décadas, inferior al de otras provincias. El curriculum era culturalista, con libros de texto aprobados por el gobierno, primando los elementos de orientación general sobre los aspectos pedagógicos de corte profesional.
Joseph Lakanal, ministro francés, acuñó en 1794 la denominación "Escuelas Normales" para los centros de formación de maestros, porque daban la "norma docente" y se estudiaba la "norma didáctica". En 1900 existían en el mundo 1.500 Escuelas Normales, siguiendo tres esquemas organizativos: el sistema de la Escuela Normal (con las modalidades europeas del Lehrerseminar alemán, la École Normale francesa y el Training College inglés), el de la Escuela Normal y la Universidad, y el de la Universidad. España siguió el modelo francés con influencias metodológicas inglesas, pues Pablo Montesino, tras su exilio en el Reino Unido, dirigió el Seminario Central de Maestros del Reino (habría que esperar hasta 1858, con la Ley Moyano, para la creación de la Escuela Normal Central de Maestras en la capital). La España liberal, que pretende extender la instrucción para paliar las carencias culturales del pueblo y formar a la ciudadanía, precisa muchos y buenos maestros. A finales del S. XIX, España cuenta con 83 Escuelas Normales, de donde salían docentes para atender las 31.000 escuelas primarias del país, la mayoría en lamentables condiciones, especialmente en el medio rural. Hasta el Plan de 1967, y con excepción del período republicano, no se contemplaba la coeducación. Existían dos Escuelas de Magisterio: masculina y femenina, con profesorado y prácticas en escuelas de alumnos del mismo género.
Antes de 1839, los maestros se formaban en las escuelas de primaria, siguiendo el modelo del artesano de transmisión de las destrezas del oficio y, tras la superación de las pruebas establecidas en 1824 por el Plan Calomarde (incluyendo doctrina cristiana e informe de conducta favorable al régimen), ingresaban en el gremio de maestros de primeras letras (desde 1642, la Hermandad de San Casiano; sustituida en 1780, por el Colegio Académico de Profesores del Noble Arte de Primeras Letras).
En 1900 se subdividió el Ministerio de Fomento, creándose por primera vez en España un Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, con Antonio García Alix, quien reformó las Escuelas Normales con el propósito de reducir el número de asignaturas, hacer cursos académicos de un año de duración, dividir el grado normal en dos secciones, reformar los exámenes y confiar a los profesores normalistas la dirección de sus centros. Entre 1900 y 1914 asistimos a la época con la cifra más baja de alumnos, problemas de pago de los ayuntamientos y escaso atractivo para los estudiantes varones.
Su sucesor en las tareas ministeriales, el conde de Romanones, crea en 1901 los Institutos Generales y Técnicos en sustitución de los Institutos de Segunda Enseñanza. Son Centros que agrupan estudios de distintas especialidades (entre ellas, Magisterio), con el fin de ahorrar recursos humanos y materiales. El plan suponía la supresión de las Escuelas Normales Elementales y la desaparición del título de Maestro Normal, manteniendo sólo los títulos Elemental y Superior. Para estudiar Magisterio Elemental se requerían 16 años cumplidos, superar el examen de ingreso y tres cursos más reválida, y su posesión permitía el ejercicio profesional y el acceso a los estudios de Maestro Superior (dos cursos más reválida). Los maestros superiores podían acceder a Cátedras de Escuelas Normales y a la Inspección.
La reforma del conde de Romanones quedó sin efecto tras el R.D. de 24 de septiembre de 1903. El nuevo ministro, Gabino Bugallal, devolvía la enseñanza a las Escuelas Normales Superiores, reducía la edad de ingreso a catorce años y suprimía el tercer curso en el plan de estudios de Maestro Elemental. Posteriores iniciativas legislativas, como la del ministro Juan de la Cierva buscando una mejor formación de los maestros a lo largo de cuatro años, quedaban sin efecto ante la ausencia de recursos económicos. En 1909, el ministro Amalio Gimeno creaba la Escuela Superior del Magisterio (más tarde, Escuela de Estudios Superiores del Magisterio), para la formación del profesorado de las normales y de los inspectores. En 1932 se produjo su supresión, sustituyéndola por la Sección de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid.
En 1911 se crea la Dirección General de Primera Enseñanza, siendo su primer titular Rafael Altamira y Crevea, quien propugnaba una reforma de las Escuelas Normales. Respondiendo a sus demandas, el ministro Francisco Bergamín García unifica el título de Maestro de Primera Enseñanza y equipara las Escuelas Normales masculinas y femeninas. La reforma Bergamín suprime los estudios elementales del Magisterio, fija la edad mínima de ingreso, mediante examen, en los quince años, y establece un plan de estudios de cuatro cursos de contenido culturalista y enciclopédico (con prácticas en la escuela aneja los dos últimos años) más una reválida. Reconoce un régimen excepcional para obtener el título de Maestro a quienes poseyeran el grado de Bachiller. El decreto establecía tres clases de profesores: numerarios, especiales y auxiliares, cuerpos a los que se accedía por oposición, y que se agrupaban en la Asociación del Profesorado de las Escuelas Normales.
Entre 1915 y 1930, la vertiginosa sucesión de 26 ministros en la cartera de Instrucción Pública impidió la adopción de medidas importantes. En 1923, año en que nace la Revista de Escuelas Normales, España cuenta con 41 Escuelas Normales masculinas y 48 femeninas.
En 1931, el ministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo, y el Director General de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis, establecen el plan profesional de los maestros. La preparación del Magisterio, por vez primera con coeducación, se haría en torno a tres ejes formativos: cultura general en los Institutos; formación profesional en las Escuelas Normales; y práctica docente en las escuelas primarias nacionales. El número de Escuelas Normales quedaba reducido a 54, contando cada una con 10 profesores, lo que obligaba a la jubilación forzosa de un número de docentes. El ingreso de los alumnos se realizaba a través de concurso-oposición con plazas limitadas (lo que conllevaba la supresión de las oposiciones reglamentarias); se exigía la edad mínima de 16 años y el título de Bachiller. Tras la superación de tres cursos y un examen de conjunto, los alumnos eran destinados a una escuela nacional para prácticas remuneradas de un curso escolar. En el período republicano, se publica la revista Estímulo, editada por la Federación Nacional de Grado Profesional del Magisterio. El ministro Filiberto Villalobos restructura el Bachillerato en 1934, autorizando a iniciar los estudios de Magisterio tras la finalización del quinto curso de los siete de los que constaba el Bachillerato.
El franquismo cambia la situación. El decreto de 10 de febrero de 1940 establece el plan Bachiller en las Normales (estatales, de la Iglesia o privadas): separación por sexos y vuelta a los programas de 1914, con énfasis en el componente de doctrina cristiana y transmisión de valores ideológicos. La edad mínima para ser admitido al examen de ingreso de las Escuelas de Magisterio queda en catorce años. El programa de estudios abarca tres cursos más prácticas en las escuelas anejas y reválida. El Reglamento de las Escuelas de Magisterio de 7 de julio de 1950 exige asistir a un campamento o albergue organizado por el Frente de Juventudes o la Sección Femenina. El informe del ministro José Ibáñez Martín indica la existencia de 106 Escuelas de Magisterio del Estado (masculinas y femeninas, por partes iguales), y 27 de la Iglesia. El profesorado de las Escuelas de Magisterio debe haber ejercido en una escuela primaria un mínimo de un año, o ser Licenciado en Pedagogía.
La Ley de 21 de diciembre de 1965 sobre Reforma de la Educación Primaria exige la posesión del Bachillerato para acceder a las Normales. La escolaridad era de dos cursos, una prueba de madurez posterior y prácticas remuneradas. El ministro Manuel Lora Tamayo buscaba profesionalizar los estudios de Magisterio, acercándolos al ámbito universitario. Se ordena el acceso directo al Estado de los alumnos con mejor expediente académico, para los que se reserva un porcentaje de plazas. En el Plan de 1967, las asignaturas sustantivas o culturales pasaron a denominarse “didáctica de...”, en un afán integrador entre la tendencia culturalista y la profesionalizadora.
El Ministro de Educación y Ciencia, José Luis Villar Palasí, dicta la Ley General de Educación de 4 de agosto de 1970, que eleva los estudios de Magisterio a la categoría de universitarios, exigiéndose haber cursado COU, aunque sin Selectividad. La Educación Primaria pasó a denominarse Educación General Básica (EGB), y en ésta se incluyen los cuatro años que en el sistema educativo anterior correspondían al Bachillerato Elemental; el Maestro pasa a llamarse Profesor de EGB; y las Escuelas de Magisterio, Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado de EGB. Sus estudios tenían una duración de tres años, obteniéndose el título de Diplomado. Se introducen cinco Especialidades: Ciencias, Filología, Ciencias Humanas, Educación Preescolar y Educación Especial. Se arbitra el paso a los estudios de Licenciatura mediante un curso de adaptación. La carrera se reforma en 1971 con planes experimentales, sucedidos por los definitivos de 1977. Se produce un aumento del alumnado y se crean los Institutos de Ciencias de la Educación.
La Ley de Reforma Universitaria (LRU) de 25 de agosto de 1983 agrupó a los docentes de las E.U. de Formación del Profesorado en Departamentos. La Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) de 3 de octubre de 1990 modificó la E.G.B., que alcanzaba hasta los catorce años, adjudicando a la Educación Primaria el período comprendido entre los seis y los doce años de edad. La LOGSE contempla la creación de Centros Superiores de formación del profesorado. Algunas Escuelas Universitarias se convirtieron en Facultades de Educación, o fueron absorbidas por ellas, manteniendo la titulación de Diplomado junto a la de Licenciado.
El R.D. 1440/1991, de 30 de agosto, estableció el título universitario de Maestro en siete Especialidades (Educación Infantil, Educación Primaria, Lengua Extranjera, Educación Física, Educación Musical, Educación Especial y Audición y Lenguaje), así como las Directrices Generales Propias del plan de estudios (a partir de las cuales cada Universidad elabora los suyos), reforzando en el currículo las disciplinas psicopedagógicas y el Practicum. La Escuela de Ávila ofrece las especialidades de Educación Primaria, Educación Musical, Audición y Lenguaje, y Lengua Extranjera (Inglés), obteniendo en las últimas convocatorias magníficos resultados en porcentaje de estudiantes egresados aprobados en las oposiciones.
En el año académico 1998-1999, los estudios de la Escuela Oficial de Turismo, dependiente de la Diputación Provincial de Ávila, son incorporados a la Universidad de Salamanca. Así, la Diplomatura de Turismo se adscribe a este Centro, que desde 2004 pasa a denominarse Escuela Universitaria de Educación y Turismo. Actualmente se imparte en él, además, el Master de Turismo de Interior.
El Centro ha recibido la Medalla de Oro de la Provincia en 1998 y la Medalla de Oro de la Ciudad en 2005. Alberga las sedes del Campus de Ávila del Servicio de Orientación al Universitario, de Cursos Internacionales, del Servicio de Educación Física y Deportes, y el Programa Interuniversitario de la Experiencia, así como la Unidad Asistencial de Transtornos del Lenguaje Oral y Escrito. Tiene suscritos numerosos convenios para el intercambio de alumnos en el marco de los programas Sócrates-Erasmus y SICÚE, además de con Indiana University, la Foundation for International Education norteamericana y la TTA británica para la realización de prácticas en el extranjero. Colabora habitualmente con numerosas instituciones públicas y privadas para impartir formación (Junta de Castilla y León, CFIE, Caja de Ávila, Ayuntamiento, Diputación, ASPACE, PRONISA, Autismo Ávila, Asociación Síndrome de Down, Cruz Roja, Voluntávila, CONFAE...), y participa en los programas de Prácticas en Alternancia y Programa CLAVE, habiendo firmado asimismo cientos de convenios con empresas del sector turístico para la realización del Practicum de los estudiantes de esa Diplomatura. La Escuela cuenta con una biblioteca con más de 26.000 volúmenes, laboratorios, aulas de música, de danza y de plástica, Cámara de Gesell, y aula de informática. Actualmente, se encuentra inmersa en la elaboración de los nuevos Planes de Estudio para la adaptación de sus titulaciones al Espacio Europeo de Educación Superior.
Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaría
Directora